EL DEBE Y EL HABER


 

La vida es un suspiro, de soslayo

la miro como pasa, y, a la vez,

del debe y el haber hago balance.

Es poco lo que tengo:

un maletín de sueños que está roto,

ninguno guarda ya.

Escaso es el recuento de ilusiones,

de contratiempos, llena la mochila.

Cuando agarro un puñado de esperanza

se pierde entre los huecos de mis dedos.

Así que en el haber poco me apunto,

solo me queda el debe, que es la vida.

ME IRÉ

 

 Ya sueño con mi partida

en un viaje sin retorno,

me iré sin causar trastorno

pues será como una huida.

Me olvidaré de la vida

con todo su sufrimiento,

su vacío padecimiento,

sus penurias, sus congojas,

sus eternas paradojas...

Me iré sin remordimiento.


CABALGANDO UNICORNIOS



Dejo vagar mi mente adormecida,
como una caracola que, en la arena,
mezclara su sonido con la pena
de no ser por las olas ya mecida.

No comprendo el sentido de esa vida
que arrugó sin piedad mi faz morena;
infeliz, sometida a su condena,
olvidada del mundo y consumida.

Enredada en mi propio desaliento,
desterrados los sueños imposibles,
musito mis plegarias en voz baja;

quisiera, galopando sobre el viento
a lomos de unicornios invisibles,
escapar del temor que me amortaja.





EL SUEÑO

Pintura de Francine Van Hove.


El sueño me venció mientras leía
y reposé en el libro mi cabeza…
En un lugar de onírica belleza
me encontraba, embargada de alegría.

Pletórica de empuje y osadía,
alejada de mí cualquier tristeza,
andaba levitando con presteza
hacia el lugar donde se pone el día.

Marchaba hacia su ocaso el sol rojizo,
yo me sentía feliz y de repente
una mano noté sobre mi hombro,

obnubilada aún por el asombro
quise aferrarme al aire inútilmente,
mas desperté y se rompió el hechizo.

¡Todo es tan quebradizo!
Si la felicidad es como un sueño
intenta retenerela con empeño.


LA CONGOJA




Oye el lamento agudo de la hoja

que cruje machacada por su paso;

van sus hombros cargados de fracaso

y su alma, saturada de congoja,

quiere encontrar un cielo que la acoja

y se interna en el bosque, enajenada,

por la senda que lleva hasta la nada,

donde hallará por fin paz y reposo,

maldiciendo al destino riguroso

y huyendo de su vida atormentada.