MUERTE IMPÍA

 

Muerte impía, traidora me arrebatas

con un torvo desdén cuanto yo amo;

¿Por qué me hieres pero no me matas?

 

A la vida justicia le reclamo,

pero es sorda a mi ruego, y, sin remedio,

impotente me siento, y me derramo

 

en lágrimas. Por causa de tu asedio,

la fe en el porvenir ya la he perdido.

Solo hay oscuridad, marasmo y tedio.

 

De nuevo ganas, muerte, me has vencido

tornándome la vida baladí.

Me hubiera ido con él de haber podido;

solo queda que vengas a por mí.

El Titiritero

 

De un lado a otro vas, titiritero,

haciendo de tu hambre caso omiso;

siempre errante, buscando el paraíso,

aunque ni un euro caiga en tu sombrero.

 

No pides grandes cosas a la vida:

cuatro cartones secos, una manta

y el sol que en la mañana se levanta;

solo es eso tu tierra prometida.

 

Malvives con tus tristes marionetas

manejando los hilos que las mueven,

representas historias que conmueven

a aquellos que contemplan las crucetas;

 

envueltos en la magia del momento

que de ellas se desprende. Y los atrapa,

como lluvia benéfica que empapa

la razón, la emoción y el sentimiento.

 

Te das por satisfecho y bien pagado

y reanudas contento tu camino

sin pararte a pensar por qué el destino

se empecina en llamarte fracasado.