Al eximio y mirífico poeta,
cantor de
los arpegios más sonoros,
envidia de
plumajes tan canoros
con
armónicos brillos en sus vetas.
Sorprendente
rapsoda que me inquieta
como escaldo
febril, rico en tesoros
que desgrana
solícito sus oros
al oído
feliz que lo interpreta.
Suplico de
tu venia los indultos
si
arrobados, mis pérfidos e incultos
sentidos, de
ellos su deleite gozan.
Poseyendo
seráficos acentos,
mi alma, regodeada al ver portentos,
crece y mis dedos ya los cielos rozan.
mi alma, regodeada al ver portentos,
crece y mis dedos ya los cielos rozan.
ENTRO POR PRIMERA VES A TU BLOG
ResponderEliminarY ME ENCUENTRO UN DIVERTIDO POEMA...
CLARO QUE SEGUIRÉ RONDANDO POR AQUÍ.
HASTA PRONTO
Hombre, pues me alegro de encontrarte aquí y te permito que rondes mi blog cuanto quieras.
EliminarUn abracete.