Si hoy el porvenir lo veo oscuro,
imaginad mañana. ¡Ay, qué triste!
El miedo que me enfila y que me embiste
me incita a padecer por un futuro
que puede que no exista. Me torturo
sin tener para ello fundamento;
es la inutilidad del sufrimiento
una cosa patente, e irrisorio
vivir en un perpetuo velatorio,
condenada a la angustia y al lamento.
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