El rostro el llanto me moja,
languidezco sin remedio
pues sucumbí ante el asedio
de la pena y la congoja.
Esta vida se me antoja
tan vacía y sin sentido
que todo lo que he vivido
y lo que de ella me resta
es una condena impuesta:
¿para sufrir he nacido?
Nada me colma ni llena,
en nada consuelo encuentro
y cuando miro hacia adentro
tan solo vislumbro pena.
¡Virgen de la Macarena,
escucha tú mi plegaria!
Dame la fe necesaria,
borra de mí el desaliento,
que es muy triste el sufrimiento
de esta vida solitaria.
Magnificas décimas llenas de profundas cavilaciones, de esas que necesariamente tenemos que hacernos, un enorme abrazo
ResponderEliminarHola, Carlos.Me alegra encontrarte aquí. Muchas gracias por tu amable comentario. Por cierto ¿Se ha vuelto a caer el Mono? ¿Sabes algo?
EliminarUn abrazo.
Unas décimas perfectas maestra, como siempre dando cátedra linda. Me alegra encontrarte escribiendo aquí porque se extraña el juntarnos. Un abrazo enorme.
ResponderEliminarHola, Ly, qué alegría verte por aquí.
EliminarMuchas gracias por tus palabras. ya he visto que el Mono resucitó.
Allí nos vemos.
Un abrazo.