Impregnada de amor, melancolía,
desafecto o tristeza,
nace la poesía.
Abigarrada en su naturaleza,
gozos y sombras labran su universo
tallado verso a verso
con dolor o alegría;
igual que un sacramento
que te hace comulgar con la belleza
y obtiene su pureza
de la palabra hecha sentimiento.
El agónico esfuerzo que deriva
de dar a luz el verbo
es casi una experiencia religiosa,
destreza que te atrae y te cautiva
de forma poderosa.
Déjala que te absorba y te posea,
déjala que te inunde y que te empape
como una lluvia fresca, que te atrape.
Conságrate sin miedo a la tarea:
derrámate en poemas cada día.
permitiendo que fluya la poesía.
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