La superficie límpida del agua
ante mí aparecía majestuosa
la fragancia del mar, tan olorosa
con su puntilla blanca, linda enagua.
Era un cristal azul, hermoso y bello
tan quieto que un espejo parecía,
con tal magnificencia se veía
que del cielo divino era un destello.
Atónita, moverme no podía,
deseaba danzar como posesa
para mostrar contento y alegría,
mas me dejó turbada la sorpresa
y mi piel con la arena se fundía
mientras mi voluntad quedaba presa.