quedos en la distancia,
y se movió una hoja
aunque viento no había…
Una cálida brisa
entibió allí mi alma,
me estremecí de gozo
plácida y conmovida.
Y me paré a pensar,
puesto que nada vi,
de dónde ese invisible
aleteo provenía.
Escuché sorprendida
acallados susurros,
noté dulces fragancias
con aroma a suspiros.
Me envolvió la dulzura
de caricias de siempre
e incluso en la distancia
me sentí protegida.
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