Te
atravesé, brutal, con mi cuchillo
forjado
en tus falacias y vilezas
bruñido
con afrentas y bajezas
y
no dudé al hacerlo, fue sencillo.
Afilé
sin pudor mi lengua aguda,
preparé
mi discurso con esmero,
sin
piedad, mi alegato fue sincero
en
tu cara escupí la verdad cruda.
Mudo
por la sorpresa sucumbiste
batido
fuiste por el arma incruenta
maté
tu orgullo de forma violenta,
vulnerable
al ataque, feneciste.
Me
vacié de mis odios y rencores
e
ingrávida, olvidé viejos temores.