Aunque ponga buena cara
la procesión va por dentro,
y se me escapa un lamento.
Se terminó la algazara.
La vida se paga cara
y hay que caminar con tiento,
a caballo entre el tormento
y la angustia que no para.
Si esa procesión saliera
abandonando mi ser
para no volver jamás
quizás ser feliz pudiera
y, recobrando el placer,
dejar lo sufrido atrás.
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