Muerte
impía, traidora me arrebatas
con un torvo
desdén cuanto yo amo;
¿Por qué me
hieres pero no me matas?
A la vida
justicia le reclamo,
pero es
sorda a mi ruego, y, sin remedio,
impotente me
siento, y me derramo
en lágrimas.
Por causa de tu asedio,
la fe en el
porvenir ya la he perdido.
Solo hay
oscuridad, marasmo y tedio.
De nuevo
ganas, muerte, me has vencido
tornándome
la vida baladí.
Me hubiera
ido con él de haber podido;
solo queda
que vengas a por mí.
2 comentarios:
Me cuesta aceptar la belleza que hay en tus versos tan lúgubres. Soberbios! No quiere mi mente imaginar siquiera , me quedo con lo bueno, con lo magnífico de tu poema. Y encima te endilgo un Feliz día de la poesía!! Y me voy encantada de leerte Maestra bonita.
Gracias, Lyliam, por tus maneras cariñosas que no ha cambiado con el tiempo. No es este lugar para contar cosas, por eso prefiero no relatarte nada, quédate con lo bueno.
Un abrazo muy grande y gracias por haber venido.
Publicar un comentario