Acostada en mi cama por la noche
me acompaña el insomnio. Con él juego
a sentirme poeta, con palabras
que, aunque trilladas, digan lo que siento.
Dando vueltas y vueltas no consigo
convocar ni a las musas ni a mi sueño,
pasan las horas lentas y tediosas,
y me aburro y cansada estoy de versos.
Por fin fluye el poema… ¡qué placer!
ha tenido su premio tanto esfuerzo,
En mi mente las frases se dibujan,
todo encaja y tiene buen aspecto.
Mañana, sin dudarlo, bien temprano,
volcaré en un papel todo el boceto.
Pero después me duermo y se evapora,
sin dejar ni el más mínimo recuerdo.
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