10.4.17

DE ROSAS Y ESPINAS



Aquella tarde radiante
me hallaba cortando rosas,
las más lozanas y hermosas,
las de color más brillante.
Pero después de un instante
la alegría se hizo llanto
pues comprobé con espanto
que un gran dolor me embargaba
ya que la rosa pinchaba
¡Qué pena y qué desencanto!

Miré la sangre en el suelo
con mis lágrimas mezclada;
vi que se pasaba en nada
del júbilo al desconsuelo.
Alcé mis ojos al cielo,
nublados por la humedad,
y pedí por caridad
que en mi efímera existencia,
ante una mala experiencia
sepa hallar serenidad.


VIDA VACÍA




El llanto el rostro me moja,
languidezco sin remedio
pues sucumbí ante el asedio
de la angustia y la congoja.
Esta vida se me antoja
tan vacía y sin sentido
que todo lo que he vivido
y lo que de ella me resta
es una condena impuesta:
¿para sufrir he nacido?


Nada me colma ni llena,
en nada consuelo encuentro
y cuando miro hacia adentro
tan solo vislumbro pena.
A mis súplicas ajena,
es la vida mi adversaria
y en su existencia precaria
hay un hosco desaliento,
tan triste es el sufrimiento 
de esta vida solitaria.